¿Quiénes de vosotros y vosotras conocen entidades que han puesto en marcha acciones o programas porque los han visto en internet o en una revista? ¿y cuántos conocéis la frase análisis, análisis, parálisis?
Es cierto que en el ámbito de la consultoría, es común la realización de diagnósticos, de hecho, es interesante comenzar conociendo dónde nos encontramos antes de embarcarnos en acciones sin saber de dónde partimos ni a dónde queremos llegar. Aconsejamos que el flujo sea de esta manera: Diagnóstico – Intervención – Evaluación del proceso y del Resultado y vuelta a empezar.
Cuando vamos a realizar un diagnóstico, se nos puede presentar el problema de que el objetivo no esté claro, y por tanto, puede ocurrir que no se tengan muy claros los datos a recoger y como consecuencia no saber el uso que se quiere dar a los mismos.
En nuestra amplia experiencia, hemos tenido entidades que una vez han comenzado el proceso, al no tener un objetivo claro, han ido cambiando el objetivo y como consecuencia los datos a analizar, generalmente aumentando los inicialmente previstos, convirtiendo la recogida en un proceso muy farragoso, para finalmente, no tener muy clara la finalidad de los mismos.

En algún otro caso, nos hemos encontrado que las entidades no tienen todos los datos que nos gustaría y como consecuencia, no es posible conocer la realidad de la entidad y poder llevar a cabo intervenciones basadas en evidencias.
Por ello, desde Athlon al inicio de cualquier trabajo de asesoría orientamos a las entidades en dos aspectos que nos parecen fundamentales para conseguir un proceso eficaz:
- Definir de la manera más exhaustiva posible el objetivo. ¿Qué? ¿Para qué? y ¿Por qué?
- Concretar los datos necesarios para realizar el diagnóstico y proponer las posibles acciones que se deriven en consecuencia.
Una correcta definición del objetivo y de los datos necesarios a tratar, traerá como consecuencia un trabajo más ágil y eficaz.
Una vez analizados los datos, se debe realizar una planificación de intervenciones para conseguir los objetivos propuestos, esta planificación debe tener sus fases, responsables… una fase que a la mayoría nos resulta familiar.
Pero, ¿qué hacer en los casos en los que no tenemos datos, o éstos son insuficientes, para la realización de un diagnóstico y posteriormente definir las intervenciones?
Aconsejamos no quedarnos con la simple conclusión de la falta de datos y proponemos crear una estrategia de recogida de datos sistematizada y para en un futuro, tener evidencias que nos permitan futuras intervenciones. Esta estrategia tendrá los siguientes apartados:
- ¿Qué datos recoger? Datos que nos digan si nuestro trabajo está dando su fruto o no.
- ¿Cómo se recogen? Realizamos una planilla que utilizamos todos los años y que nos permitirá analizar la evolución.
- ¿Cuándo se recogen? Marcar una periodización para la recogida de datos.
- ¿Cuándo se analizan? Marcar una periodización para en análisis de datos y así poder analizar si las acciones propuestas están funcionando o no.
Si tenemos la recogida de datos sistematizada en nuestra entidad, estamos seguros de que dispondremos de una base que nos permitirá definir acciones a realizar, marcarnos objetivos en base a esos indicadores y evaluar si dichas acciones han tenido el impacto deseado o por el contrario se deben adecuar.
En una sociedad que cada vez más gira sobre los datos y la gestión de éstos, muchas veces el día a día y las inercias adquiridas a lo largo de los años hace que desgraciadamente sea habitual encontrarnos con entidades que no basan sus decisiones en el análisis de sus datos, bien porque carecen de ellos o bien porque no están correctamente estructurados. A nuestro juicio urge corregir estas situaciones en la búsqueda de una gestión más eficiente.
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Gorka Martinez de Lahidalga